13.9.08

guau

Te he estado esperando, cada segundo que pasa es un segundo más que he estado esperándote, sola
sola
sola
sola

sola


sola
s
s


s


s
solos, un mosquito que da vueltas y yo

sola

sabes, no estoy loca, ni estoy obsesionada, ni estoy nada. solo estoy sola y caliente y tú no me ayudas. solo quiero que me toques, lo juro, estaré quieta, quitecita quietecita, como un gato asustado, pero el asustado eres tú ¿o no es así?
si te mordí es por tu culpa

me estaré quieeeeeta
lo juro

esta vez me estaré quieta

pero despierta, depierta y vuelve conmigo
y dejaré que me metas el dedo en el ombligo
pero solo el dedo

solo el dedo

¿que no ves que me has hecho daño? por eso te he mordido

te necesito

despierta

vuelve

me estaré quietecita como un gato asustado

¿qué no ves que sin ti me muero?
sin ti no puedo comer
sin ti no tengo techo
sin ti no tengo dueño

dejaré que me toques el ombligo, que no sé cómo has encontrado

dejaré que me toques el ombligo con lo que quieras
no solo con el dedo

pero despierta
despierta
despierta

sin ti me enviarán a la perrera
me sacrificaran


y yo también te deseo


despierta

5.9.08

sola en mi habitación




Fue la noche más caliente del año y el aire de mi habitación estaba más cargado que nunca de esa espesa y húmeda oscuridad de verano. No había más luz que la que entraba por la ventana desde la calle, ese rojo de farolas de ciudad. Pateé las sábanas, ¡tanto calor! mi respiración era acelerada, nunca duermo desnuda por pudor, pero comencé a desnudarme, mi blusa estaba empapada y no podía más. Me la quité lentamente y sentí como la tela mojada rozaba mi piel, especialmente mis pechos, porque aunque pequeños, son muy sensibles, sobre todo cuando eres muy joven y vergonzosa, hay algo en la vergüenza que hace que las partes sexuales siempre estén más alertas y se exiten con el más mínimo roce. Así que me quedé en braguitas, eran blancas y de algodón y las tenía muy mojadas por el sudor, entonces me levanté de la cama y me acerqué al ventilador que giraba lentamente en la otra punta de mi habitación y fui hacia él a gatas pues para que me diera el viento en el cuerpo tenía que estar sentada en el suelo. Cuando sentí el aire de repente, aunque no era muy fuerte, me dio un escalofrío que me erizó la piel y se me irguieron los pezones de golpe, sentí mucho placer y me moría de ganas de tocarme, de frotarme y de frotarme y el remordimiento me lo impedía así que intentaba pensar en otra cosa pero no podía porque sentía como me palpitaba la vagina, me moría de ganas de introducirme la mano en las braguitas y tocarme y sabía que me estaba mojando, sentía como se me humedecía la entrepierna y ahora era mi propio calor el que me tenía derretida así que disimuladamente me acerqué la mano a las braguitas, disimulaba porque cuando hacía algo prohibido sentía que alguien me espiaba y eso me daba miedo, con el dedo índice toqué el resorte de la parte de arriba de las braguitas y miré a la puerta de mi habitación, que estaba cerrada e introduje lentamente mi mano dentro de la tela y comenzaba a tocarme mi escaso pelo vaginal con la punta de los dedos y ansiaba bajarlos más rápido y tocarme ya los genitales empapados y acariciarme la vulva, que es dónde más calor sentía porque me moría de ganas de ser penetrada por mis dedos y nunca lo había hecho y siempre que estaba a punto de hacerlo paraba porque sentía que había un hombre que me espiaba por la cerradura, pero esta vez tenía tantos deseos que decidí ignorarle y por primera vez seguí bajando la mano y mis dedos lentamente comenzaban a mojarse con el líquido de mi vagina y al rozar mi clítoris sentí un cosquilleo delicioso y me detuve allí con en dedo de en medio y comencé a frotarlo y comenzó a crecerse, a hincharse, estaba muy exitada, me quité las braguitas y me quedé totalmente desnuda, tumbada de espaldas sobre el suelo con las piernas abiertas de cara a la puerta y sonreí y me lamí la punta de los dedos y probé el sabor de mi coño, era dulzón e impregnante, me gustó, me pasé toda la mano por el coño, la empapé y comencé a lamerme la palma, después el pulgar y luego lentamente entre los dedos, me tragué mi propio jugo vaginal y sentía su sabor intenso hasta en la nariz, luego me lubriqué los labios con la lengua y saboreé lentamente los restos que habían quedado embarrados por mi cara, estaba tan mojada que escurría en el suelo, había un pequeño charco, volví a bajar la mano y la humedecí con lo que había caído al suelo, estaba pringoso y frío y al mojarme la vagina con él hubo un contraste de temperatura y me sentí deliciosamente sucia y comencé a acariciarme suavemente la vulva con la mano entera, después frotándomela con fuerza desde la palma hasta la punta de los dedos y embarrándome la mugre casi con violencia subí el ritmo y él me miraba, podía oírlo y oía como se bajaba la cremallera, como sacaba su polla hinchada hasta doler al otro lado de la puerta y comenzaba a cascársela como desesperado, intentando reprimir sus gemidos de cerdo caliente y yo escuchándolo, pues pensar en lo patético que era me exitaba aún más y aunque mis manos me daban placer quería sentirlo dentro de mí, cogí la pata de la silla imaginando que era su polla y comencé a lamerla, sabía que eso lo enloquecería, estaba a cuatro patas, con la vagina al aire abierta y dilatada, palpitante, imaginaba que el la vería tierna y rozada, esponjada y con escozor de tanto maltratarla, chorreante, me fascinaba provocarlo, tentarlo a entrar y penetrarme de golpe, tirarme de las tetas y enterrarme la polla hasta el fondo
de mi cuerpo, entonces me levanté, me puse en cuclillas, mis pequeños pezones erguidos apuntándole a su cara de pervertido cobarde, reí y me introduje el índice muy lentamente y lo saqué igual de despacio, mi dedo estaba cubierto de una capa blancuzca y se lo embarré en la cerradura para que él supiera a qué huele mi coño y entonces caminé despacio hacia esa silla de madera vieja, que estaba invertida, me puse encima de ella con las piernas abiertas, la coloqué de modo que una de sus patas apuntara hacia mi entrepierna y fui bajando lentamente y comencé a rozar con el coño la punta de la pata de la silla, estaba infestada de suciedad y me la embarré toda, me detuve en el cítoris y comencé a presionar, estaba chorreando de emoción de conseguir que el no pudiera resistirse y me violara como un demente y de disfrutar con el dolor de su polla tiesa desgarrándome el himen, de sus dientes mordisqueándome los pezones y destrozándome el coño, de sus dedos forzando su entrada en mi ano, de su mano acallando mis gritos, arañándome contra la pared, pero sobre todo temblaba de deseos de ver como me miran sus ojos hundidos en remordimiento mientras no puede evitar follarme jadeando como un puerco enfermo y gimiendo más que las putas con las que engañaba a mi abuela mientras se corre dentro de mí y despierta a toda la casa.